25.10.13

Muchos mitos

No voy a negarlo, aunque soy tristemente blanca, a mi me gusta el sol. Todos los soles tienen su lado bueno: el del otoño porque todavía se parece un poquito al verano, el sol del invierno porque calienta aún los días más dolorosos del año y el de primavera porque promete siempre algo bueno. Ya con el sol del verano, todos los planes siempre parecen excelentes.

Si me remonto cinco meses atrás, cuando pensábamos nuestros meses en Brasil, lo primero que se nos venía a la mente era chau invierno, hola verano. Una prueba de esto es que lo primero que agarré fueron las polleras y las musculosas.

Los primeros días en Brasil fueron raros, con mucho frío, casi nada de lluvia pero poco sol. Creía que era un agosto con los últimos vestigios del invierno brasileño, pero no. Al arrancar septiembre, la temperatura subió algo pero el clima en general no mejoró, sino que dio paso a algo que todavía hoy no puedo creer: lluvia, lluvia, llovizna, nubes, lluvia, lluvia, nubles, dos horas de sol, lluvia, lluvia y nubes. Vamos ochenta y pico de días y si hago un cálculo rápido el 90% de los días fueron horribles y sin sol.

Hace dos días, mientras diluviaba, con un poco de ingenuidad le pregunté a una de las chicas que trabaja en la posada si todos los años llovía tanto como este. Primero se rió y después me dijo: acá el clima es subtropical. Eso es algo que aprendí en la escuela, pero jamás me imaginé que era así. Con un poco de vergüenza por mi pregunta anterior, pero volviendo a insistir, le repregunté: ¿pero siempre llueve así o en algún momento para? Con otra sonrisa en la cara me dijo: acá llueve de septiembre a enero. En ese preciso instante, miré para afuera y sentí que toda esa lluvia caía sobre mí.

Aún así, yo todavía tengo esperanzas y cada vez que abro el pronóstico busco ese sol que todo lo cambia.

Imágen del pronóstico de www.AccuWeather.com

0 comentarios: