Apenas llevábamos minutos en la ciudad tuvimos la oportunidad de charlar con dos paulistas de todo un poco: la ciudad, el país, la política, las diferencias con Argentina, sus deseos y las especulaciones.
Más allá de que nuestra charla se cernía a lo poco que podíamos deducir con nuestro portugués rudimentario, hay algo que entendimos enseguida: los paulistas no quieren ser confundidos con los cariocas.
Estas personas nos dejaron en claro como se ven a ellos mismos: se autodefinen como los más trabajadores del país y como los verdaderos artífices del crecimiento de Brasil.
Esa visión tan tajante nos dejó pensando y después comprendimos que quizás algo de razón tengan, pero porque la ciudad no les deja mucha más opción: al no tener la suerte de muchas otras ciudades de disponer la naturaleza ahí al alcance de unos pasos, al paulista o al paulistano, el primero nativo del Estado y el segundo gentilicio del nacido en la Ciudad, no le queda otra que trabajar y mucho. Multitudes en movimiento, ruido incesante y cemento que todo lo transforma son sinónimos de esta tierra.
Esa visión tan tajante nos dejó pensando y después comprendimos que quizás algo de razón tengan, pero porque la ciudad no les deja mucha más opción: al no tener la suerte de muchas otras ciudades de disponer la naturaleza ahí al alcance de unos pasos, al paulista o al paulistano, el primero nativo del Estado y el segundo gentilicio del nacido en la Ciudad, no le queda otra que trabajar y mucho. Multitudes en movimiento, ruido incesante y cemento que todo lo transforma son sinónimos de esta tierra.
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